¿No estar recluido en una de esas tantas cárceles que nuestras sociedades ofrecen a las personas que han cometido delitos o crímenes, quedando separadas por barrotes de hierro de las personas llamadas “buena gente”? No, la libertad no es eso. La libertad es MUCHO más que eso.
La libertad no sólo significa poder circular libremente por la calle pudiendo decidir a cada momento si dar vuelta a la derecha o a la izquierda. Significa poder elegir permitirle a la gente que nos manipule. Significa elegir poder expresar nuestros afectos sin que esto nos obligue a hacer por los demás lo que consideramos que no podemos realizar.
La libertad, es poder elegir manejar el sentimiento de culpa y discernir con objetividad suficiente a la hora de decidir nuestra responsabilidad sobre determinados hechos o situaciones.
En definitiva, se trata de que podamos llegar al término de este sendero con la tranquilidad espiritual de haber sido los únicos protagonistas responsables sobre nuestras vidas, midiendo todos nuestros actos, tanto aciertos como errores, con la misma varilla de buena intención puesta en lo que hacíamos.
Ser libre no sólo significa poder liberarse de las ataduras invisibles que nos sugiere la sociedad. La libertad proviene de nuestra inteligencia espíritual, de lo más profundo de nuestro ser. Es una cualidad exclusivamente humana. Un coeficiente EXCLUSIVAMENTE humano. Es la capacidad de elegir la respuesta ante cualquier estímulo. Ante la vida. La capacidad de poner límites. Y LOS LÍMITES SON UN ACTO DE AMOR.
Por eso la responsabilidad y la elección van unidas siempre: la elección nos convierte en los responsables. Los responsables ABSOLUTOS de nuestro destino. Nos otorga el timón. Nos convierte en el capitán del barco. Del barco que nos conduce a nuestro destino.
Cuando elegimos no elegir, estamos eligiendo inconscientemente ser llevados por la vida por lo que eligen otros. Porque no elegir, también es una elección.
Fragmento del libro
"Las mujeres que se aman demasiado"
Gabriela Torres de Moroso Bussetti(c)
https://www.facebook.com/groups/lasmujeresqueseamandemasiado/
La libertad no sólo significa poder circular libremente por la calle pudiendo decidir a cada momento si dar vuelta a la derecha o a la izquierda. Significa poder elegir permitirle a la gente que nos manipule. Significa elegir poder expresar nuestros afectos sin que esto nos obligue a hacer por los demás lo que consideramos que no podemos realizar.
La libertad, es poder elegir manejar el sentimiento de culpa y discernir con objetividad suficiente a la hora de decidir nuestra responsabilidad sobre determinados hechos o situaciones.
En definitiva, se trata de que podamos llegar al término de este sendero con la tranquilidad espiritual de haber sido los únicos protagonistas responsables sobre nuestras vidas, midiendo todos nuestros actos, tanto aciertos como errores, con la misma varilla de buena intención puesta en lo que hacíamos.
Ser libre no sólo significa poder liberarse de las ataduras invisibles que nos sugiere la sociedad. La libertad proviene de nuestra inteligencia espíritual, de lo más profundo de nuestro ser. Es una cualidad exclusivamente humana. Un coeficiente EXCLUSIVAMENTE humano. Es la capacidad de elegir la respuesta ante cualquier estímulo. Ante la vida. La capacidad de poner límites. Y LOS LÍMITES SON UN ACTO DE AMOR.
Por eso la responsabilidad y la elección van unidas siempre: la elección nos convierte en los responsables. Los responsables ABSOLUTOS de nuestro destino. Nos otorga el timón. Nos convierte en el capitán del barco. Del barco que nos conduce a nuestro destino.
Cuando elegimos no elegir, estamos eligiendo inconscientemente ser llevados por la vida por lo que eligen otros. Porque no elegir, también es una elección.
Fragmento del libro
"Las mujeres que se aman demasiado"
Gabriela Torres de Moroso Bussetti(c)
https://www.facebook.com/groups/lasmujeresqueseamandemasiado/
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